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sábado, 20 de octubre de 2012

Nunca pude soñar recibir una crítica como la que me ha hecho José Membrive en su blog besos.com

 
Nunca pude soñar recibir una crítica como la que me ha hecho José Membrive en su blog besos.com

GRACIAS

http://www.ojosdepapel.com/Index.aspx?blog=1450


Siempre habrá un lugar para soñar


Una declaración de amor entre la literatura y la vida

Luis Anguita está tan empeñado en buscar un ámbito propicio a la felicidad que ha acabado por encontrarlo en Mare, un pueblo situado entre acantilados coruñeses, frente al imponente océano de los atlantes.

Y los sueños caminan por las calles. José Mémbreive:

No podía ser. Miraba una y otra vez temiendo que fuera un espejismo y desapareciera de mis ojos. Allí estaba la bahía. Era el lugar que estaba buscando. Había llegado por una carretera distinta al de la otra vez. Era la visión del pueblo desde el lado contrario al de la primera vez. El mar volvía a estar azul, el sol brillaba con fuerza, mientras empezaba a perderse en la lejanía en un horizonte que parecía no tener fin. Su luz se reflejaba en el mar. El pueblo se veía allí al fondo. Me parecía que hasta distinguía el hotel donde me alojé aquella noche, quizás ella estuviese allí.

Lo conseguí, lloraba de felicidad. …Me fijé en un letrero que había pasado con el coche sin darme cuenta, retrocedí hasta él y allí aparecía el nombre del pueblo, se llamaba Mare. Me quedé contemplándolo como si de repente me diera cuenta de que ese era el lugar que estaba buscando, no sólo durante ese viaje, sino durante toda mi vida… Mi corazón latía cada vez con más fuerza y me sentía muy nervioso, cuanto más me acercaba a él, más temía que todo hubiera cambiado y el sueño se desvaneciese.”


Pero, si sus paisajes están extraídos de la geografía de su entorno, sus héroes también pueden ser cada uno de los anónimos ciudadanos que bregamos por la vida.

Son personajes sencillos, expuestos a la agridulce vida que inunda los rincones de nuestra geografía íntima y social; a todos les mueve un decidido anhelo de vivir en armonía, su búsqueda de un micromundo propicio.
 
El amor, la amistad, la ayuda mutua destila por páginas y personajes como fina lluvia otorgando un atractivo irresistible a sus humildes vidas.
La naturaleza constituye el personaje principal, el marco del que surgen, como encarnados, todos los demás. Gerardo, encuentra el sentido a su vida cuando da con el espacio adecuado; los demás parecen fruto del lugar exacto en el que viven, incluso el personaje oscuro que se encarna en la noche, en el filo terrible de la dentadura marina, entre cañaverales y sombras. El miedo, el amor son emanaciones de la naturaleza que se encarnan en sus personajes; por eso es tan importante el paisaje, padre del paisanaje.
 
Poco a poco, a medida en que te adentras en las páginas del libro comienzas a olvidar la frontera entre la vida y la literatura y a sentirte uno más de los personajes que, con serenidad y determinación, van entretejiendo una trama en la que te ves envuelto, pues tan cercanos personajes no pueden por menos que encarnar muchos de nuestros sueños más habituales y sencillos.

Al margen de las consideraciones artísticas, Luis Anguita Juega es un gran seductor literario, la música de sus páginas se va transmitiendo de lector a lector, pero es tal la autenticidad que impregna sus líneas que los lectores violan el pacto literario y, en lugar de querer indagar inmediatamente sobre el autor, sienten una necesidad imperiosa de conocer a la persona que tan nítidamente plasma nuestras vidas en sus páginas, nos eleva a la categoría de personajes.
 
Si alguien es capaz de convertir a sus lectores en protagonistas de Siempre habrá un lugar para soñar (Edciones Carena, 2012) y a sus personajes en ciudadanos comunes, es que ha conseguido unir dos mundos que se complementan y se necesitan: el de los afectos, el de los sueños y el de la vida cotidiana. Son dos partes de nosotros mismos, muy a menudo desacompasadas.
 
Al unir vida y literatura es como si la musa de Luis Anguita se estuviese expandiendo, conquistando el corazón de los lectores, poetizando su cotidianidad.

Las trescientas personas que llenaban el aforo coruñés en su presentación, y los cientos y cientos de lectores que buscan la dedicatoria del libro en presentaciones, o a través del correo, están seducidos por la fuerza benefactora de la buena literatura.

El secreto de los humildes personajes de esta novela es su capacidad para transformar los grandes embates que sufren, en pequeños momentos de amor, de amistad, de esfuerzo compartido. Y Luis es percibido como la encarnación de sus personajes, como alguien capaz de transformar lo cotidiano en hermoso. Por eso da la impresión de que cuando firma libros, cuando hace que sus lectores se desplacen quilómetros y quilómetros con la excusa de una dedicatoria, sus lectores buscan más a la persona que al autor.

Luis Anguita lleva la vida a los extremos de la literaturización más auténtica y la literatura a los extremos de la vida más nítida. Es como si su obra fuera el eslabón perdido entre los lo anímico y lo telúrico, entre la vida espiritual y material, por eso los lectores dan más relevancia a la persona que al autor.

Es lo que tiene la autenticidad: la musa decide apropiarse del corazón de sus lectores y fagocitarlos.

Dentro de unos años Luis Anguita, además de un fenómeno literario, pasará a ser un fenómeno social, que traerá de cabeza a críticos, sociólogos y, tal vez, politólogos. Pero mientras eso ocurre, disfrutemos de la poesía que emana de sus páginas de esa prosa, tan suya, tan nuestra.


miércoles, 10 de octubre de 2012

Mis pequeñas anécdotas llenas de humanidad como escritor. En Sant Jordi con Silvia Bonilla Campayo.



Ese día en mi última firma, que era de 7 a 8 de la tarde, de ejemplares de la novela “Siempre habrá un lugar para soñar” de ediciones Carena, estuve firmando hasta las 9 de la noche, cuando terminé me marché para cenar, cuando habían transcurrido unos 10 minutos me llamó el editor al móvil, me dijo que acababa de llegar una persona para que le firmase la novela.

No me lo pensé, decidí retroceder sobre mis pasos y regresé al puesto de las Ramblas, cuando llegué me contó que venía en Metro, hubo un accidente y la línea estuvo interrumpida cerca dos horas, en vez de dar media vuelta y regresar, esperó pacientemente y cuando se abrió a la circulación, decidió continuar, aunque sabía lo difícil que era que estuviera, no cesó en su empeño, en su ilusión y llegó hasta Las Ramblas más allá de las nueve, cuando sabía que mi firma estaba programada de 7 a 8 horas.

No se rindió y consiguió la dedicatoria, fue la última que hice el día de Sant Jordi.

Gracias Silvia Bonilla por venir, esta es la la foto de esta pequeña historia.

Si deseáis poneros en contacto conmigo, este es nuestro correo:

siemprehabraunlugarparasonar@yahoo.es