Os
dejo este pequeño fragmento de “¿Tomo un café o tomo tu vida”,
de ediciones Carena.
“Aparté
el mechón con mi mano, de manera suave, y sin dejar de mirarla noté
que sus ojos me traspasaban. Sentí en ellos el deseo ardiente del
ansia concupiscente. Acaricié suavemente su mejilla y la besé, un
beso dulce, suave en sus labios, besos que se repetían, y que acabé
con un pequeño mordisco en su labio inferior y un último beso en la
boca.
—Eres
un sueño, no me puedo creer que haya besado a una mujer como tú.
—Le hablé manteniendo su boca muy cerca de la mía, y volví a
besarla.
Este
último fue un beso largo, mi lengua entró en su boca y la besé de
manera profunda, sin prisas.
El
deseo me envolvía. Ese champán, su boca tan suave y ardiente a la
vez, su lengua enredada con la mía.
Ese
beso me traspasó, lo sentí, a los dos nos invadió un deseo total,
éramos uno, estábamos unidos como si nuestros cuerpos solo
existieran para amarse.
Ella,
tras abandonarse a mi beso, pareció recuperar fuerzas y se separó,
interpuso una mano sobre mi pecho y estiró su brazo para asegurarse
de que mantenía las distancias.
—Lo
siento, pero tengo que irme. —Su voz temblaba de una manera que
incluso parecía un pequeño tartamudeo. Me fijé en que le brillaban
los ojos de deseo y de vergüenza a la vez.
—Discúlpame,
por favor, no debía haberme propasado, no sé cómo he sido capaz de
tal atrevimiento.
Su
educación, a pesar de haber vivido un momento de alta intensidad,
era exquisita.
—Nada,
no te preocupes... no estoy acostumbrada.
Estaba
sofocada por los nervios, por la tensión de lo que acababa de
ocurrir, y su voz cada vez era más temblorosa.
Se
estaba agobiando, estaba claro que ella quería salir de ahí;
retenerla habría provocado una huida en toda regla y que mi noche
quedara en un beso y en una frustración al recordar únicamente lo
que pudo haber sido una noche inolvidable de sexo y pasión. Tenía
que evitar que eso ocurriera.”
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