Ella
ya no tenía sueños, era como un libro en blanco, que no sabes cómo
empezar a escribir.
Él
sólo sabía soñar con ella.
Ella
había dejado de creer en los sueños.
Él
se acercó, le cogió de la mano, le acarició su pelo y lo enredó
entre sus dedos como si le escribiera su sueño.
Ella
sin darse cuenta dejó vagar su mente y comenzó a soñar.
Él
siguió escribiéndole con sus dedos sobre su pelo.
Ella
sintió como su libro en blanco se convertía en una historia que
soñaba con vivirla.
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